El
buque “General Concha”, dice la Wikipedia, era calificado de “crucero
colonial”, fue botado el 28 de noviembre de 1883, participó en la Guerra
Hispano-Americana y tras ésta asignado “a
la costa mediterránea de Marruecos, como parte del esfuerzo para interrumpir la
piratería y el contrabando de armas para las cabilas rifeñas locales.
Normalmente patrullaba el área comprendida entre Melilla y Alhucemas.”
El
10 de junio de 1913, zarpó de Almuñécar (Granada) hacia el peñón de Alhucemas,
pero se desvió y encalló a cinco kilómetros de su destino, en un área
controlada por calibas hostiles a los españoles. Hubo un enfrentamiento en el
que murieron 12 tripulantes, 14 resultaron heridos y los rifeños tomaron 13
prisioneros. Dos escaparon, cuatro huyeron con la ayuda del “moro Ibáñez” y un
moro auténtico llamado Larbi, y el resto fueron posteriormente liberados.
Así
lo cuenta “La Correspondencia de España” el 29 de junio, en una noticia fechada
en Cádiz donde acababan de llegar los que escaparon con el turolense, que quedó
en Melilla.
“(...) Venían
el alférez de navío D. Rafael Ramos Izquierdo, el maquinista Caséis, el
contramaestre Mateo, el fogonero Lagostena y el marinero Barroso (...).
“(...)
Estaban los prisioneros en casa del hijo del Larbi, y salieron con canastas con
el pretexto de ir a coger higos. Andando a buen paso llegaron en dos horas
desde dicha casa a la playa para embarcar en un bote de remo.
“Pudieron escapar gracias a la ayuda del moro
Larbi y del renegado español Joaquín. Cuando los kabileños (de la caliba) se enteraron de la fuga, persiguieron al
bote en que iban los cautivos con otro de vela y remo desde el que hicieron
algunos disparos.
“Pero apareció en aquel momento el cañonero
«Recalde» y gracias a la presencia de este barco se salvaron pues enseguida se
volvieron sus perseguidores”
“Ahora teme Joaquín que los kalibeños den
muerte a sus hijos por haber libertado él a los cautivos.
“Desea que le autoricen para vivir en
Melilla, y que trasladen a esta plaza a su mujer y a sus hijos.
“Las últimas frases que dirigió al Sr. Ramos
Izquierdo (teniente que se hizo cargo de los escapados) fueron para rogarle con insistencia que influya para conseguir su
indulto, alegando para obtenerlo los grandes servicios que ha prestado a la
Patria”.
El
caso del “moro Joaquín”, por fin, llega a la prensa turolense, el 18 de julio
de 1913 “El Mercantil” reproduce la siguiente información del corresponsal de
“Las Noticas” en Alhucemas:
“Desde su regreso a Melilla, a donde fue con
motivo de la liberación de los prisioneros del “Concha”, continúa en esta plaza
el confinado Joaquín Ibáñez.
“Tanto Ibáñez como el confidente Larbi, que
también tomó parte en la fuga, se abstienen prudentemente de marchar al campo
temerosos al castigo de los kabileños de la montaña que les perdonarán su
traición al dejar en libertad a los marinos.
“Por medio de un moro amigo, Joaquín se ha
puesto al habla con su familia. Últimamente recibió una carta de su suegro, en
la que le decía que por ahora no le era posible acceder a sus deseos de traer a
la plaza a la esposa e hijos del Joaquín, pues al hacerlo los montañeses le
harían objeto de sus iras.
“El «moro» aragonés confía en obtener el
indulto. Cuando este se publique procurará desembarcar a su familia para
trasladarse a Melilla. Se propone ingresar en calidad de sargento en las
fuerzas indígenas que componen el tabor de Alhucemas.
“Larbi, que tampoco parece dispuesto a volver
a su kabila, gestiona un modesto destino en las obras que el Estado realiza en
el territorio de Melilla. Cuando lo consiga renunciará al cargo de confidente
que aquí desempeña para que lo ocupe su hijo, quien goza de algún ascendiente
en las tribus vecinas a esta plaza”.
(Sigue)
El "moro Joaquín" (izquierda), con el confidente Larbi. |
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