El
peralense, todavía sin el apodo de “El moro Joaquín”, se da a conocer gracias a
una información titulada “Un
Beni-Urieguel (la tribu del legendario líder rifeño Abd al-Karim) de pega”, que publica “El Telegrama
del Rif” el 15 de septiembre de 1911, allí nos cuentan:
“Del extinguido penal del Peñón de la Gomera
se fugó, en 1904, el confinado Joaquín Ibáñez Bellido, natural de Perales
(Teruel), y aunque se realizaron activas pesquisas para conseguir su captura,
todas resultaron infructuosas.
“Ibáñez Bellido, de acuerdo con varios moros
de los que frecuentaban la plaza, logró internarse en el campo vecino,
esquivando la acción de la justicia.
“Vistiendo el traje marroquí, recorrió varias
kábilas (cabilas), estableciéndose por último en la de Beni-Uriaguel, donde sus
habitantes le obligaron a abrazar la religión de Mahoma.
“Desde ese momento, Bellido se hizo nombrar
Mohamed Si ilami (sic),
y tanta maña se dio para adaptarse a las costumbres de sus protectores, que a
los seis meses de permanencia en el Rif nadie podía sospechar que bajo la
chilaba con que se cubría, latía el corazón de un aragonés”.
Dos
años después, en la entrevista al capellán a la que nos hemos referido
anteriormente, explica que Ibáñez se fugó por la noche “descolgándose desde la parte más alta del Peñón hasta una barca en la
que le esperaban varios moros, que en unión de un compañero de presidio también
fugado, les hicieron sufrir mil penalidades; huyeron de ellos y se refugiaron
en el poblado de Axdirt, kábila (cabila) de Beni-Urriaguel, donde fueron caritativamente recogidos, por el armero
del poblado, notable de la kábila, respetado y rico. Su compañero de fuga se
marchó a poco y vino a España; fue cogido y reintegrado al presidio”.
Encontramos
diferencias chocantes entre la vida de Ibáñez que se describe en 1911, cuando
pidió por primera vez el indulto, y en 1913, cuando era un personaje famoso y
mimado en los medios de comunicación. Por ejemplo, sobre su matrimonio en la
primera versión leemos:
“(...) Cansado
de la soledad que le rodeaba, contrajo matrimonio con la viuda de un caíd caído
en desgracia, de la cual ha tenido descendencia“.
Y
en la más prolija biografía posterior:
“En la kábila (cabila) de Beni-Urriaguel los notables principales
como el Sindi, riquísimo propietario, cuyo capital pasa de 40.000 duros; Moham(ed) Bocoy, otro principal propietario, también
con gran capital; el digno y caballeroso notario Abel-Crin y otros muchos
hubieran visto con agrado que Moham(ed)
el renegado, como se llama el “moro Joaquín” en aquella tierra, se hubiera
casado con sus respectivas hijas; las condiciones de laboriosidad, honradez y
talento de Joaquín no influían tanto como su criterio, sustentado muchas veces
en público, de que sólo tendría una mujer y se dedicaría a su felicidad, sin
que tuviera la elegida que compartirla con otras, según la costumbre del país.
“Y no eran las moritas menos encaprichadas y
hasta empeñadas en que esto sucediera; pero Joaquín no se deslumbró con
riquezas ni poderes. Eligió por mujer única a la hija del armero en cuya casa
fue asistido y encontró asilo y refugio a su llegada al país; sobrepuso el
agradecimiento a todo, aunque el amor tuvo gran parte en su elección”.
Porque
en las versiones de 1913 la vida africana del “moro Joaquín” está marcada por
el éxito social, lo cual hacía más meritoria su decisión de huir con los
prisioneros españoles que veremos más adelante. Narra “La Correspondencia” que
empezó como hojalatero, amplió su actividad a la de platero, y...
“(...) Aún
no contento con estos oficios, puso también su taller de carpintería, que fue
el que verdaderamente le colocó en desahogada posición; comenzó por hacerse su
casa actual a estilo europeo, con tablas, en lugar de hacerlo con troncos como
allí se estilaba; se puso «de moda» este género de construcción, y en poco
tiempo no hubo en el poblado una casa donde las ventanas o las puertas y hasta
la casa entera no fueran obra de Joaquín o de sus ayudantes”.
No
concuerda todo esto con lo que aparece en “El Telegrama del Rif”, aunque en
ambos casos destacan su amor a España. Dos años antes decían:
“(...) Su
escasa influencia cerca de la poderosa tribu, siempre le puso al lado de los
pocos españoles que se internaban en aquellos territorios”.
Y
veamos el final de la noticia, y porqué pidió el indulto por primera vez:
“(...)
Merced a sus buenos oficios, los Sres. Delbrel y Arqués pudieron llegar en
marzo de 1907 hasta la Alcazaba de Zoluán, a la sazón ocupada por el Roghi, el
cual hizo entrega de los cautivos al general Marina.
“Se sabe que sin la intervención de (Ibáñez) Bellido, los citados expedicionarios lo
habrían pasado bastante mal.
“Como decimos, el fugado del Peñón, siempre
pensó en reintegrarse a su patria, y fiel a este deseo acaba de elevar una
instancia a S.M. el Rey, solicitando la gracia del indulto, instancia que,
según nuestros informes, llegará uno de estos días a esta Capitanía General
para su informe y tramitación”.
(Sigue
Portada de la novela "El Renegado", de Alberto Boutellier. |
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