20 de agosto de 2014

Las aventuras del "moro Joaquín", de Perales. Y 6.- Sin un final feliz

Y aquí se pierde el rastro del “moro Joaquín” en la prensa digital hasta un cuarto de siglo después, en 1935. Salvo por una foto firmada por el profesional turolense Uriel en “La Hormiga de Oro”, ejemplar del 6 de octubre de ese 1913, tomada en la plaza del Torico o del Mercado, con este pie:

“El moro Joaquín Ibáñez, hoy sargento de policía indígena, que libertó a los prisioneros del «General Concha», relatando sus aventuras al redactor del «Noticiero Turolense»”.

Desgraciadamente, en la Biblioteca Virtual del Ministerio de Cultura solo están presentes los ejemplares de los últimos meses de 1911 del “Noticiero Turolense”. Pero gracias a esta foto, sabemos con certeza que el moro Joaquín estuvo en Teruel y, evidentemente, tuvo que visitar su pueblo natal; lo que ignoramos es si regresó posteriormente trayendo a su familia africana o se quedó definitivamente en Melilla.
Parece ser que no pudo recuperar a su esposa e hijos, según se desprende de una postrera información sobre Joaquín Ibáñez que nada menos que 25 años después, nos proporciona “La Voz”. El 28 de marzo de 1935, bajo el título “El «moro Joaquín», que arriesgó su vida y perdió su hacienda en favor de España, se encuentra en Madrid en la mayor miseria”, relata:

“Nos ha visitado un pobre anciano, hoy olvidado, aunque tuvo días de gran popularidad, para suplicarnos que hagamos llegar a los altos poderes de la nación la justa petición que ante ellos formula, .sin que a pesar de la razón que le asiste ni del tiempo transcurrido haya podido obtener su favorable resolución.
“Se trata de Joaquín Ibáñez Bellido, de sesenta y cinco años de edad, natural de Perales (Teruel), que por azares de la vida fue a instalarse en la cabila de Beni Urriaguel cuando aquélla era aún foco de rebeldía en nuestro protectorado (...)”.

Tras un resumen de la liberación de los marinos del cañonero “Capitán Concha”, dan unos pocos detalles de su vida posterior, y denuncia la crítica situación en que se hallaba, sin que sepamos si las autoridades respondieron a sus reivindicaciones:

(...) Como recompensa por tan meritoria hazaña y compensación a los innumerables perjuicios económicos que por ella sufrió, ya que, como es natural, no pudo volver a la cabila, la Alta Comisaría de España en Marruecos le concedió una pensión mensual de 100 pesetas (después, aumentada a 150) con cargo a los fondos reservados de la misma, siendo premiado al mismo tiempo con la cruz de plata del Mérito Naval.
“En 1931 le fue suspendido el pago de la citada pensión; pero ante su reclamación le fue rehabilitada y pagados los meses en que la había dejado de percibir; creía ya resuelta su situación y que en lo sucesivo no tendría nuevas dificultades, y sin embargo, en abril de 1934 le fue nuevamente retirada la pensión, sin que hasta la fecha, a pesar de sus continuas gestiones y de las buenas palabras recibidas de diversas personalidades, haya conseguido nada.
“Hoy, que su situación es sumamente difícil, recurre a nosotros, con el ruego de que le prestemos ayuda, y creyéndolo caso de estricta justicia, pues España no puede olvidar a quien se jugó vida y hacienda por ella, nos hacemos eco de su pretensión, y esperamos que el Gobierno, especialmente su jefe, que desempeña también la cartera de Guerra, sabrá dar las órdenes necesarias para que aquella modesta pensión asegure la bien ganada tranquilidad del viejo "«Moro Joaquín»".

Por último, una mácula sobre la heroicidad el “moro Joaquín”. En un blog del “Heraldo de Melilla, Hans Nicolas i Hungerbüler y Juan Díez Sánchez, tras relatar la historia de ese personaje explican que en una ocasión estuvieron con un grupo de militares retirados que acudieron a una charla en la ciudad africana:

“Pues bien, uno de estos generales después de comentar que había prestado servicio en la zona de Alhucemas tras la Guerra Civil, me dijo que tuvo ocasión de hablar con los rifeños más ancianos de Bocoya, allí donde embarrancó el “General Concha”. Y estos le habían dicho que los prisioneros lograron la libertad gracias al pago de un rescate, que como es natural, se mantuvo en secreto e incluso se quiso ocultar con el “gesto heroico” del “moro Joaquín”.

El "moro Joaquín" atiende en la plaza del Torico a un redactor de "Noticiero Turolense" (foto: Uriel)

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