Pronto empezaron a conocerse
detalles del pueblo que obtuvieron la simpatía general. Por ejemplo, el 21 de
julio informaba “La Época”:
“TERUEL, 19.- Se prepara un
homenaje al pueblo de Jarque dé la Val, por no haber analfabetos.
El maestro, don Ubaldo
Arroyo (sic) Martín,
ha logrado este triunfo después de veinticinco años de trabajo. El no haber
blasfemos y borrachos se debe a las enseñanzas del cura don Carlos Torán.
Como dato curioso, se anota
que los pastores, al salir al campo, no se olvidan casi nunca de los
periódicos.
Se da el caso de existir en
la escuela de adultos un anciano que era analfabeto, y qué, por no ser la nota
discordante, prometió aprender a leer en tres meses, ya deletrea y firma con
claridad.
La opinión reclama una
recompensa para el maestro y el cura”.
Unos días después, el
gobernador de Teruel convocó una reunión para formar una Comisión que se
encargaría de preparar el homenaje; el dignatario también propuso crear en la
capital una biblioteca popular. Y una biblioteca popular para Jarque fue el
primer reconocimiento tangible, el mismo día 27 en que “La Provincia” informaba
del nacimiento de la comisión, leemos en el madrileño diario “La Voz” estas
líneas fechadas en Zaragoza:
“El Casino Mercantil ha
acordado regalar una biblioteca popular al pueblo de Jarque de la Val, donde no
hay un solo vecino que sea analfabeto”.
“La Provincia” sacó mucho rendimiento de la noticia.
Hizo una gran encuesta entre autoridades, docentes, políticos, industriales,
intelectuales, etc., pidiéndoles su opinión sobre el homenaje y cómo se debía
hacer. Durante muchos días publicó las respuestas, que contenían multitud de propuestas
como estas.
- Dar a una calle el nombre del maestro.
- Concederle la medalla de Alfonso XII, la Cruz de la Beneficencia, o
alguna otra distinción.
- Premiarle con un ascenso en el escalafón o incluso en metálico.
Dotarle de una cómoda jubilación.
- Creación de una beca para alumnos aprovechados del pueblo.
- Conceder al pueblo el título de “ilustrado”, “ilustre”, “excelentísimo
e ilustrado”, “benemérito de la patria”; o darle el rango de Villa, ¡incluso el
de “Ciudad culta y Benemérita”!.
- Colocar placas alusivas a la falta de analfabetos, blasfemos,
borrachos y delincuentes en el municipio, bien a las entradas del pueblo, bien
en la escuela.
- Regalar una biblioteca al pueblo.
. Construir unas magníficas escuelas, pues las existentes estaban
deterioradas.
- Condonar al pueblo de sus tributos durante un quinquenio.
- Subvenciones de los poderes públicos para atender las necesidades del
pueblo.
El director de “La Provincia”,
León Cano Jarque, se desplazó con un reportero gráfico a Jarque de la Val, para
ofrecer el día 25 de ese julio de 1924 un amplio reportaje que fue reproducido
en sus partes más interesantes por otros diarios.
Del maestro hace la
siguiente descripción:
“Don Nivardo Royo, con su
cara trigueña, entrecano el cabello y los ojos pensativos, como cargados de
sueño o cansados de mirar, bajo sus pronunciadamente membranosos párpados
superiores, nos contempla unos instantes...”
Relata que Nivardo
Royo nació en Formiche Bajo, el 3 de mayo de 1876 de una familia pobre; pasó la
infancia en Villastar y estudió Magisterio gracias a algunos valedores en
Teruel, acogido en la Casa de Beneficencia, según declaró “no en calidad de expósito, sino por
falta de recursos de mis padres y por mi defecto físico”, lo que nos desvela que
padecía una minusvalía.
Primero ejerció en
Orrios, de donde pasó a Jarque de la Val en marzo de 1898; llevaba, pues, 26
años en el pueblo. En 1921 se había casado con la maestra, Visitación Gómez,
natural de Torremocha. Tras un ascenso, le surgió la oportunidad de ejercer en
otro pueblo de mayor categoría, pero prefirió seguir en Jarque.
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“La Provincia” dio la
máxima importancia al homenaje que no se celebró.
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