5 de julio de 2018

UN OBISPO “ULTRAJADO” EN TERUEL. II.- “¡Muera el obispo! ¡A quemar el palacio!”

El obispo, contemplando un niño Jesús (lapresentación.com)

(Primera parte)

   A la tibia información ofrecida por “El Eco de Teruel” sobre los sucesos que tuvieron lugar ante el Palacio Episcopal el 3 de julio, siguieron otras reseñas en la prensa madrileña, que conocemos gracias a “La Crónica de Huesca” del 12 de julio de ese 1893.

   “Por lo que dicen los periódicos de Madrid, sabemos que los bravos patriotas de Teruel suelen celebrar honras fúnebres por sus correligionarios muertos el 3 de julio y 4 de agosto en guerra contra los carlistas.
   “Para este fin se reúnen todos los años 5.000 reales, costeados por los liberales de la provincia. Pero resulta que este año no se ha logrado reunir la cantidad necesaria, en vista de lo cual los organizadores de la fiesta pidieron al señor obispo «que autorizase la celebración de las honras fúnebres mediante el pago de la cantidad que hubiese podido obtener».
   “El obispo -según parece- negó la autorización, manifestando que el mismo día celebraba la Iglesia otra solemnidad.
   “Llegó el 3 de julio y no se verificó la fiesta religiosa, pero sí la procesión cívica, que es otra de las maneras de conmemorar aquellas fechas gloriosas.
   “Al terminarse la procesión, la multitud, recordando el proceder del obispo, comenzó a gritar:
   “- ¡Mueran los curas! ¡Muera el obispo! ¡A quemar el palacio!
   “La muchedumbre se dirigió al palacio episcopal en medio de una silba horrorosa, y gracias a la intervención del gobernador se evitó un triste espectáculo.
   “El obispo, en vista de la actitud de los teruelenses, salió el viernes (día 7) para Albarracín.
   “Se cree que el obispo no volverá a Teruel”.

   “La Época” achaca los incidentes a la prohibición del obispo de que el clero asistieran a la parte civil del desfile, “pero no se opuso a que concurriera a la religiosa”. Y dice:

   “Al tenerse noticia de esto, las turbas dieron una silba al obispo, acompañada -según dice el citado periódico en carta de Teruel- de mueras, de palabras obscenas y repugnantes.
   “Todo esto en pleno día, sin que el gobernador ni el alcalde hicieran por impedirlo. Por la noche hubo segunda parte, peor que la primera. Una fenomenal y asquerosa cencerrada contra el obispo, el Seminario, las monjas, los curas, contra la religión en una palabra.
   “El obispo, que ha repartido gran número de limosnas en el año actual, esperó que el pueblo protestase contra los hechos relatados o que las autoridades detuvieran a los promotores de los sucesos, pero en vista de que aquellas permanecían impasibles, abandonó la ciudad, trasladándose a Albarracín, donde continúa.
   “Durante los días que el obispo permaneció encerrado en su palacio, se le presentaron las autoridades militares, muchas señoras y otras personas de la capital, para protestar de las manifestaciones de las turbas.
   “Estas intentaron hasta quemar el Palacio episcopal”.

Unos dicen que mediaron las autoridades, otros que “pasaron de todo”, y hasta que algunos concejales repartieron pitos entre los manifestantes (“El Siglo Futuro” del día 21) En Teruel se insistía en que no era para tanto, y que solo una minoría podía haber cometido desmanes. Las reacciones y consecuencias las dejamos para el último capítulo.


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