Diseño
de Miguel Garriga, ganador del concurso convocado por el Ateneo (El Ateneo,
01/07/1894.- Ministerio de Cultura).
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La
idea de hacer una estatua al Francés de Aranda la lanzó el Ateneo de la capital
con motivo del descubrimiento, el 31 de mayo de 1891, del busto de Loscos en la
plaza de San Juan, a iniciativa de la clase médico-farmacéutica de la capital.
El
proyecto había cristalizado tres años después: se abrió una suscripción popular,
además de recaudarse dinero con tómbolas, novilladas, veladas teatrales, etc., y
el Ayuntamiento había elegido ubicación. Leemos en 13 de abril de 1894 en el
periódico “La Verdad”:
“El Ayuntamiento ha acordado que el monumento
que ha de erigirse al Venerable Francés de Aranda, fundador de la Santa
Limosna, se coloque en la plaza de la Constitución (de la Catedral)”
La
plaza de la Catedral (entonces de la Constitución), fue la elegida para erigir
el monumento (La Verdad, 13/04/1894.- Ministerio de Cultura).
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El pedestal
En
efecto, mes y medio después, el citado 31 de mayo de 1894 comenzaron las obras
a bombo y platillo; del acontecimiento narra “El Eco de Teruel”:
“Extraordinariamente
interesante, animado y regocijado fue el espectáculo que ofreció nuestra ciudad
la mañana del jueves último, dedicada por entero a tributar los honores debidos
al Venerable Francés de Aranda”. Las autoridades desfilaron por unas calles
engalanadas, entre otras cosas, con el pendón de la ciudad “solamente exhibido
en los memorables acontecimientos, los acordes de una triunfal marcha de
música, el alegre tañido de la campana del Ángel, el toque solemne de la grande
y sonora del reloj de la ciudad, y el disparo de cohetes y morteros (...)”.
En
los cimientos, se puso una caja hermética con ocho periódicos -seis locales,
“La Gaceta de Madrid” (El BOE de la época) y “El Boletín Eclesiástico”-; una
copia del discurso que pronunció el señor alcalde, y una moneda de plata de 5
pesetas, acuñada ese mismo año.
La
construcción del monumento, con excepción de la estatua y los bronces, salió a
concurso por 5.271,16 pesetas, y se adjudicó al marmolista afincado en Teruel,
Bautista Ferrando, a finales de agosto de ese 1894.
El
diseño fue de Miguel Garriga, arquitecto municipal de Valencia y que lo fue de
Teruel. Prematuramente fallecido el 11 de marzo de 1894 a los 27 años, el pobre
Miguel no llegó a ver el inicio de las obras.
Quedó
terminada la parte de cantería a finales de mayo del año siguiente, 1895, a
falta de bronces y estatua, para cuya compra siguieron las actividades recaudatorias
del Ateneo.
En
diciembre de 1986 se decidió trasladar el monumento a la popularmente
denominada plaza del Obispo (Heraldo de Teruel,
19/12/1896.- Ministerio de Cultura).
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El traslado
Pasa
el tiempo y esa mole de piedra estorbaba. El alcalde manda que se reorganice la
inactiva comisión gestora del monumento, la cual en diciembre de ese 1895
propone su traslado a la plaza 29 de septiembre, hoy del venerable Francés de
Aranda
El
propio marmolista que hizo el pedestal, se encargó de la operación. Y en marzo del
1897, tras unas obras de cimentación, comienza el traslado del pedestal a su
actual ubicación. La caja hermética fue abierta y añadieron el acta de la
sesión del Ayuntamiento en que se acordó la traslación, "y un ejemplar del
último número de los periódicos locales”, refleja el 27 de marzo “Heraldo de
Teruel”.
Cinco
años permaneció el pedestal sin la estatua en su nueva ubicación; se habló de
revitalizar su terminación para inaugurarlo durante los festejos por la llegada
del ferrocarril, en diciembre de 1900, pero hay que esperar a 1902 hasta
recibir la estatua, obra de Carlos Palao, y la posterior inauguración del
monumento completo.
Una de las fotos de Alloza de la inauguración, en las fiestas de 1902 (Caras
y Caretas, 27/09/1902.- Ministerio de Cultural)
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La inauguración
De
esta no he encontrado ninguna crónica, pero sí una magnífica fotografía
realizada por Narciso Alloza, publicada en un par de revistas, entre ellas la
denominada “Caras y caretas” del 17 de septiembre de 1902. Y, para terminar, lo
más cercano a una fecha exacta de inauguración lo desvela la “Revista de
Archivos, Bibliotecas y Museos”, en la edición del segundo semestre de 1902,
con este breve párrafo:
“En
los primeros días de junio se verificó la inauguración de la estatua del
insigne Francés de Aranda, uno de los compromisarios de Caspe. La estatua es
obra del escultor zaragozano Carlos Palao”.
Pasaron,
pues, casi ocho años desde la colocación de la primera piedra, hasta verse el
monumento concluido... y en un sitio distinto del previsto inicialmente, como
le ocurrió a la fuente de la plaza del Torico.
Foto
9
Otra foto de la inauguración que tenía por ahí y no recuerdo de qué
periódico la recorté (Biblioteca Virtual de Prensa Histórica - Ministerio de
Cultura). |